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Un año en pandemia
Un año en pandemia

Un año en que el espectáculo sucumbió por la COVID-19

Empresarios estiman que las pérdidas sobrepasan los mil millones de pesos. El teatro y la música popular esperan una reapertura que no garantiza el éxito

Un año en que el espectáculo sucumbió por la COVID-19
Obras teatrales y conciertos se aferraron a las plataformas digitales. Foto: Shutterstock

Esta historia es parte del especial “Un año en pandemia” de Diario Libre, realizado por Mariela Mejía, Yulissa Álvarez, Karen Veras, Suhelis Tejero, Wander Santana, Nathanael Pérez, Severo Rivera, Cristian Cabrera y Yamalie Rosario.

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A un año de la pandemia ocasionada por la COVID-19, la industria del entretenimiento en la República Dominicana mantiene sus notas en rojo. El cierre de las salas de espectáculos le arruinó los planes a promotores y artistas. También, se fue a pique el sector restaurantes, así como su equipo de apoyo.

El apagón de los escenarios se produjo el 18 de marzo de 2020. A partir de ese momento, algunos artistas se aferraron a las plataformas digitales para tratar de continuar mostrando su talento. Pero por más intentos, la sequía continuó. Llegaron las transmisiones streaming de paga y fue un alivio para un grupo, mientras otros se agruparon para reclamar al Gobierno que los incluyera en los programas de ayudas sociales que creó.

De acuerdo con las estimaciones de empresarios artísticos, las pérdidas sobrepasan los RD$1,000 millones. El teatro, los conciertos, giras y carnavales, entre otras actividades culturales, también se han mantenido en silencio este último año, a pesar de los intentos que se están desarrollando para que el público retorne a las salas que se han abierto con el protocolo sanitario.

La presencia de artistas internacionales en el Palacio de los Deportes, Teatro Nacional, Estadio Olímpico o salas de teatro estatales o privadas fue nula, y solo se abrieron para la grabación de alguna producción para su posterior proyección en televisión o en plataformas digitales.


Más de 100 millones de dólares

El empresario artístico dominicano Vidal Cedeño, con más de 25 años de labor profesional en los Estados Unidos, reporta que la pandemia golpeó duro a la música dominicana en Nueva York.

“El coronavirus nos dio duro. Estados Unidos es una de las naciones más golpeadas por esta pandemia. Así como somos agraciados de tener cosas buenas, hoy somos el más afectado, y en especial la ciudad de Nueva York. Algo catastrófico”, dijo a Diario Libre.

“En el espectáculo hemos tenido a mucha gente que ha perdido su vida -agregó-. Al principio de la pandemia revelé que en las pérdidas en nuestro mercado en Estados Unidos eran de unos 20 millones de dólares en contratación de artistas, sin embargo, un año después concluyo que ronda los 100 millones de dólares por lo que conlleva los montajes en lugares como el Teatro United Palace, Madison Square Garden, así como las diferentes giras que se hacen en Estados Unidos”.

Cedeño representa en Estados Unidos a Sergio Vargas, Yiyo Sarante, Fefita la Grande, Raymond Pozo, Miguel Céspedes, Teodoro Reyes, RochyRD, El Tonto y a Bulin 47, entre otros. Su empresa dejó de percibir más de un millón de dólares por la pandemia de la COVID-19.

“Estamos hablando de los artistas que en su día a día vienen a la ciudad de Nueva York. Hoy estamos en el proceso de la vacunación y creo que desde el mes de mayo comenzará la reapertura con una cantidad mínima de público”, sostuvo.

El destacado gestor cultural mantiene su apuesta a la recuperación por el bien, no solo de su empresa, sino de todos los artistas nacionales que desarrollan su agenda allí.

Al igual que en la República Dominicana, en Nueva York se ha cerrado alrededor del 70 % de establecimientos que vivían del entretenimiento.

La visión de teatristas

Para el dramaturgo y director teatral Basilio Nova, su sector fue impactado negativamente. Y aún desconoce cómo será la reapertura, si el público responderá y si también se podrá contar con el apoyo de patrocinadores.

El director de Nova Teatro recordó que, cuando en la administración del presidente Danilo Medina se tomó la decisión de apagar las salas, se encontraba en el proceso de montaje de la Feria Internacional de Títeres, una situación que le ocasionó grandes pérdidas.

“Justamente el 17 de marzo estábamos trabajando para la inauguración de la Feria Internacional de Títeres. De inmediato nos comunicamos con una agrupación uruguaya que ya había abordado el avión con destino al país. A casi un año de lo ocurrido es cuando pudimos recuperar parte de los más de doscientos mil pesos que habíamos gastado para la adquisición de los pasajes”, comentó.

Otro de los proyectos que debió abortar, de manera presencial, fue el Festival Internacional de Teatro para la Infancia y la Juventud, cuya entrega debió moverse a la virtualidad.

“A nivel social, para nosotros fue de mucha pérdida en todos los sentidos. Hoy, por ejemplo, la gente no se siente segura de volver a los recintos cerrados, por lo que en Nova Teatro tomamos la decisión de habilitar un escenario abierto para que allí las familias y el público adulto puedan disfrutar de los montajes que vamos a presentar a partir del 7 de marzo”, dijo.

A Nova le preocupa la pérdida de público en los recintos, así como la ausencia de los estudiantes. Ese elemento es de vital importancia, sin restarle peso a la parte económica.

“La peor pérdida ha sido la del público y para recuperarlo deberemos ser creativos, elaborar ofertas atractivas para que regresen”, comentó.

Nova vaticina que este 2021 no tendrá notas en azul, porque hasta que la población se haya vacunado y las empresas muestren niveles de recuperación económica, no habrá quien respalde la agenda, no solo del teatro, sino de la industria.

El actor Claudio Rivera, director y fundador del Teatro Guloya, se lamentó de los efectos de la pandemia en el arte.

“Estoy viviendo en el miedo. Nunca pensé que no iba a querer entrar en mi teatro, la sede del teatro Guloya, grupo profesional e independiente con el que hemos hecho teatro durante veintinueve años de manera ininterrumpida”, expresó.

“La pandemia me ha desterrado del teatro -agregó-. El miedo a enfermar y morir me ha desterrado del teatro. La pandemia ha dado un mordaz paso hacia adelante, me acorrala y me ha hecho pensar en la muerte de manera cotidiana. Temo hacer mis labores del día a día y que me sorprenda un contagio fatal. Por otro lado, me corroe quedarme en casa, mientras los más desesperados declaran que para que les mate el hambre, que les mate el virus”.

En su análisis recordó que el teatro siempre ha vivido en la incertidumbre, pero que se ha acentuado más desde que el mundo está de rodillas ante el mortal virus.

“Tratando de sobrevivir a la pandemia, se me olvida que antes de este odioso y temido confinamiento, el teatro siempre ha estado en agonía. Pero no a punto de desaparecer, sino en un estado agónico permanente, fruto de una precariedad constante, de una incertidumbre atroz, hija por un lado, de una crisis estructural que nos marca desde el momento en que tomamos la decisión de convertirnos en gente de teatro. Y por el otro, hija de aquella singular condición, de que una vez hecho, el teatro desaparece ante nuestros ojos. Entonces el teatro se nos revela como un fantasma”, dijo.

Agregó: “Qué estigma tan paradójico que nos convierte en recreadores incesantes del síndrome de Penélope: hacemos y deshacemos nuestro tejido teatral con delirio, y estamos condenados a ser unos perpetuos enamorados, fervorosos invocadores del fantasma del teatro”.

Rememoró que el teatro ha sobrevivido a guerras, a otras pandemias y a desastres de distintas magnitudes. “Incluso, ha sabido hacerse el dormido hasta encontrar una rendija por la cual escaparse de las adversidades y provocar la experiencia de ese encuentro que se sobrepone a la cotidianidad y que resulta gratificante a los sentidos, guiado en algunos casos por la verdad, por la belleza y, en otros, por la desesperación de alguien que le urge hacer algo consigo, mismo por medio del teatro”, dijo.

El Teatro Guloya ya reabrió sus operaciones y está presentando la obra Pinocho en la sala Otto Coro.

Protagonistas del espectáculo

Los empresarios y promotores de la agenda artística popular pasan balance a lo maltrecho que quedó su negocio. Él análisis de César Suárez y Luis Medrano, dos experimentados profesionales del entretenimiento, coincide con la visión del también empresario Vidal Cedeño, así como la de los teatristas.

César Suárez es un veterano empresario artístico, cuya incursión en el negoció pasó hace rato de los 50 años.

“Ha sido un año devastador en una industria que ya venía siendo afectada por la crisis. Las pérdidas no se pueden cuantificar porque estamos hablando de que no solo se trata de la contratación de un artista o agrupación, sino de todo lo que eso implica”, fue el primer comentario de Suárez cuando Diario Libre le pidió su opinión.

Cuando habla de la situación, puntualiza que hacer un montaje mueve a muchas personas, no solo a quien está en la escena, sino que hay que contratar sonidistas, luminotécnicos y transportación, entre otro personal de apoyo.

Luis Medrano es un empresario artístico que ha entregado su vida a la promoción de los artistas nacionales. Aunque en su carrera ha traído a la República Dominicana a reconocidas figuras internacionales, en los últimos años se ha convertido en un gran defensor de los artistas populares.

Medrano cree que solo con la ayuda del Gobierno y las empresas de consumo masivo podrá resurgir rápido y con fuerza el entretenimiento y la cultura nacional y musical.

“El entretenimiento, en un mundo en cuarentena, y su impacto en la diversión circular y creativa, un receso mortal en la economía de sus protagonistas y en el estado como recaudador, el sistema de la plataforma cultural en todas sus manifestaciones y todos sus sectores fundamentales están en cuidado intensivo”, aseguró.

Puntualizó que las diferentes expresiones del espectáculo, antes de la pandemia, habían confrontado muchos problemas, por lo que hoy son sobrevivientes. “Hablo de una industria que involucra los productos de consumo masivos, así como a los medios de comunicación, que hoy también están enfrentando la quiebra”.

Una oportunidad

Para Luis Medrano, la radio, la televisión, las redes sociales, los cines, los periódicos impresos y en línea, así como los programas de televisión a la carta, han liderado esta revolución del entretenimiento en la pandemia de forma digital, convirtiéndose en la compañía perfecta y los preferidos durante esta cuarentena del COVID-19.

“El poco de aire del streaming, catapultado como plataforma alternativa de eventos virtuales de todo tipo, incluyendo la participación y comentarios de expertos, empresarios, artistas y/o aficionados al entretenimiento en su faceta digital, ha resultado para las grandes estrellas una vía para producir algo de dinero, mientras están desesperados por las multitudes en directo, los aplausos y la histeria de las emociones vibrantes”, comentó.

“El sector del entretenimiento fue el primero en cerrar escenarios, apagar sus luces, sonidos y pantallas, correr el telón, y será el último en retornar, con sus conciertos, artes escénicas, salas de cine, teatro, patronales, carnavales, festivales, fiestas populares y los bailes en salones, discotecas, restaurantes, rancheras y anfiteatros, entre otros”, agregó.

Sergio Vargas es uno de los íconos de la música popular dominicana. Su formación política le ha permitido evaluar muchas aristas del mundo del espectáculo y del merengue.

“Nosotros, los que vivimos del entretenimiento, las orquestas de merengue, fuimos los primeros afectados. Y al parecer será la última, si acaso abre (el espectáculo)”, dijo.

“Luego de abierta, hay un agravante, y es que algunos lugares en los que tocábamos cotidianamente ya no estarán porque los propietarios lo decidieron. Como nuestro negocio es informal no puedo cuantificar el monto que dejamos de percibir. Somos un negocio irregular y solo manejamos dinero si tocamos. Tengo una relación con muchos de los colegas y recientemente una amiga artista me dijo que ‘se la está llevando el diablo’ porque no encuentra de donde agarrarse para subsistir”, expresó.

“Estoy sacando el aprendizaje de ser cauto -agregó-, aceptar de manera autocrítica que el merengue, que es la música más bailada en la historia de la República Dominicana, ha hecho rico a muy pocos. Si volvemos a la normalidad de tocar cotidianamente, trataré de guardar pan para mayo, y no se ha ido. Soy de los que seguirán apostando al futuro, y tengo fe de que esto pasará pronto”.

Un plan que pudo tener mejor suerte

Con el propósito de ayudar al sector artístico, tanto desde el Ministerio de Cultura como desde el Gabinete de Políticas Sociales del Gobierno se impulsaron acciones.

La de Ministerio de Cultura fue directamente a productores y artistas del área del teatro, así como de la danza. Patrocinaron una serie de actividades, las cuales no pudieron completarse porque aumentaron los casos de COVID-19 y las salas fueron cerradas de nuevo.

Las fiestas populares, que durante muchos años fueron patrocinadas por los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, fueron retomadas por la actual administración del Partido Revolucionario Moderno.

Más de RD$100 millones fueron distribuidos entre los artistas para que amenizaran conciertos virtuales, y como avance a pago de fiestas que deberán amenizar cuando la pandemia así lo permita. Se desató un escándalo que por poco le cuesta el cargo a Tony Peña Guaba por el procedimiento en que se repartió el dinero, el cual llegó hasta la Dirección General de Contrataciones Públicas, órgano que pidió dejar sin efecto la convocatoria.

Será cuando el Gobierno complete el proceso de vacunación cuando comience a tomar fuerza de nuevo el entretenimiento. Sin embargo, la apertura no será la panacea porque para que florezca de nuevo, tal y como se ha indicado en esta historia, además de la voluntad de promotores y artistas, hará falta que el público pierda el miedo a volver a juntarse, así como el vital apoyo a las iniciativas de artistas, emprendedores y promotores tradicionales.

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Periodista. SubEditor de Revista en Diario Libre. Presidente de la Academia Dominicana de Periodistas de Arte y Espectáculos (Adopae)