La libreta de la Navidad
Laura, que es el nombre de la dueña de la libreta olvidada, regalará en esta Navidad el más bello de los regalos, regalará su tiempo entre los seres que ama
Ahora no sé si ocurrió o ha sido creación de mis noches de insomnio. A ustedes, que son mis lectores fieles, debo confesarles que con los años hay días que confundo lo que ocurrió con lo que posiblemente ocurra y viceversa. Alguien muy sabio y mayor que yo me confirmó que, según pasa el tiempo, los que arribamos al otoño y atisbamos el invierno que nos espera, somos muy propensos a confundir los tiempos o a olvidar. ¿Lo soñé o sucedió de verdad?
-Eso pasa -me dijo muy serio y arrinconándose sentenció: “vive y no te preocupes mucho, que lo único valioso de verdad es el tiempo y este se acaba sin darnos cuenta”.
Y mi amigo tiene toda la razón, el tiempo es lo que menos valoramos cuando somos jóvenes, pero según van pasando los años nos vamos dando cuenta de su inmenso valor.
Todas estas divagaciones para contarles lo que encontré en Casa de Teatro. Muchas veces en nuestra sala de espectáculos los visitantes olvidan cosas, paraguas, celulares, tarjetas de crédito, etc, etc. Víctor, encargado del teatro, los recoge y lleva a la oficina para que en algún momento el dueño lo reclame, cosa que ocurre la mayoría de las veces. El otro día alguien dejó una libreta bellamente encuadernada. Una mañana, de tanto verla, quise ojearla para ver si aparecía algo que descubriera a su dueño. En la primera página tenía un título: “Mis regalos de Navidad”.
Por curiosidad seguí leyendo, en cada página tenía un nombre escrito y más abajo el supuesto regalo:
María: un fin de semana acompañándola a visitar a su papá.
Horacio: llamarlo todas las noches para escuchar sus quejas sobre el mundo y no contradecirlo.
Mi papá: abrazarlo y besarlo todas las mañanas porque sé que nunca aprendió a abrazar.
Mi mama: acompañarla a todas sus visitas médicas sin protestar.
Esteban (mi primo): no poner cara cuando me diga, por enésima vez, que ahora sí que fue que encontró el amor de su vida.
Sofia: oír sus lamentaciones de que nadie la entiende y que quiere irse de este país (ella no sabe que el problema es ella y lo llevará donde vaya).
Marcos: quererlo sin esperar que me quiera.
Mi hermanito Julián: jugar con él aunque no sienta deseos.
Joaquín (mi hermano difícil): decirle que lo amo, no con palabras sino con obras.
Y así seguí leyendo un listado bajo el título de “Mis regalos de Navidad”. Lo que aparentaba un diario de una adolescente me pareció un valioso tratado de lo más importante que tenemos los seres humanos y difícilmente regalamos: TIEMPO.
La vida es demasiado corta, pero parece que no nos percatamos, es el tiempo y a qué se lo dedicamos lo que nos define. Pienso en aquel amigo mío que se pasó la vida haciendo dinero y, cuando lo hizo, gastándolo en los mejores médicos, olvidándose de vivir.
La vida se hizo para gastarla, saborearla, compartirla con quienes amamos y, claro, trabajar para mantenerla, no para esclavizarnos del dinero ni del poder, sino para entender que este tiempo es un regalo maravilloso que nos ha sido dado.
Laura, que es el nombre de la dueña de la libreta olvidada, regalará en esta Navidad el más bello de los regalos, regalará su tiempo entre los seres que ama. He decidido imitarla.