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Dos breves discursos

El año 2020 arrastra una pesada cortina de estrés, producto de los horrores y males causados por la pandemia. De aquí al final del año la gente necesita desmontar la angustia y renovar la fe en el futuro.

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Dos breves discursos

En la escuela de antes se enseñaba a presentar las cuentas claras, defenderse de las malquerencias mediante un buen ataque, mantener la coherencia para ganarse la confianza.

En sus dos últimos y recientes discursos el presidente Luis Abinader ha hecho énfasis en esos aspectos: cuentas claras, ataque, coherencia. Y ha pronunciado discursos breves, con mensajes concisos, claros e imagen de calidez y sencillez.

Es decir, el presidente ha cambiado el estilo de aquellos discursos presidenciales farragosos, monótonos, por el discurrir breve, portador de mensajes concretos, entendibles, digeribles, como si quisiera poner cada cosa en su tiempo y lugar, y transmitir un mensaje dirigido a ganarse y asegurar la confianza.

Así, en su penúltima intervención procedió a explicar las causas de la crisis: pandemia y recesión mundial; endeudamiento desbocado, corrupción institucionalizada. Y delineó algunas consecuencias: investigación de los sobornos por US$39 millones relacionados con el proyecto Punta Catalina. Revisión de los contratos vigentes con Odebrecht. Contratación de abogados para recuperar el patrimonio sustraído.

En cuanto a la economía, explicó la situación que recibió al tomar posesión: “Presión alcista en la tasa del dólar, escasez de reservas de divisas y deuda enorme, porque la administración anterior de manera irresponsable tomó préstamos en los tiempos buenos y no en los malos cuando es necesario. Y a todo ello se sumó la presión del COVID-19”. Y reconoció la necesidad de aumentar las recaudaciones fiscales y potenciar la venta de activos.

Es bien sabido que, en medio de una crisis severa, es desaconsejable cargar tributos a la población, pues el riesgo de estallido social se multiplica.

Atendiendo a esas razones, el presidente anunció la eliminación de los gravámenes contenidos en el proyecto de ley de presupuesto para 2021 e informó sobre la negociación de adelantos de impuestos que debían ser entregados por empresas mineras y financieras.

Desde luego que solo se trata de compresas de emergencia para evitar que el paciente se desangre y esté en condiciones de iniciar la recuperación. Luego habrán de venir medidas profundas, reformas estructurales.

La salida a la crisis en el corto plazo tiene que apoyarse en el endeudamiento y en la venta de activos públicos, a pesar del alto nivel de riesgo que ha alcanzado la carga de la deuda y de los intereses de aquellos que aspiran a mantener inflado al Estado con la posesión de activos para utilizarlos en beneficio propio.

Si en el pasado reciente se tomó prestado sin ton ni son para mantener una imagen de prosperidad ficticia y se utilizaron los activos públicos para alimentar el afán clientelar, con más razón debe acudirse ahora al endeudamiento para poner a flote la economía, crear empleos y restablecer el crecimiento. Y debe propiciarse la venta de activos, lo cual posibilitaría concentrar la atención del Estado en los asuntos que le son propios.

En su último discurso el presidente anunció el envío al Congreso Nacional de un proyecto de ley para reducir a la mitad la asignación a los partidos políticos en el presupuesto del 2021. Ese mensaje va en línea con el de racionalización del gasto y debería ser seguido por otros de igual naturaleza en el futuro cercano. De esa manera se pondrían las bases para que en el futuro cercano la población esté en sintonía con la adopción de medidas que afectarán al colectivo, en pro de un futuro mejor para todos.

En ese contexto fue convocado el Consejo Económico y Social para discutir los pactos eléctrico y fiscal, “esenciales para la sostenibilidad de las finanzas públicas y poder, entre todos, decidir el país que queremos”. El pacto eléctrico consiste en hacer cumplir la ley. El fiscal, complejo y demandante, está llamado a definir el alcance y profundidad de la gestión de gobierno.

El año 2020 arrastra una pesada cortina de estrés, producto de los horrores y males causados por la pandemia. De aquí al final del año la gente necesita desmontar la angustia y renovar la fe en el futuro. Las autoridades harían bien en preparar los borradores de pactos que desean poner en vigencia y el CES en organizar las comisiones de trabajo y fijar el inicio de las discusiones para mediados de enero.

La agenda de reformas no se agotaría ahí. Entre otras, asoma la flexibilización del mercado laboral y el desmonte de los flujos de inmigración irregular. Quedaría mucha tela por cortar y coraje por administrar.

TEMAS -

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.