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Un año en pandemia
Un año en pandemia

El virus arrodilló el deporte dominicano a todos los niveles

El béisbol otoño-invernal fue estremecido por la pandemia; el campo olímpico y las categorías menores, entre los más tocados

El virus arrodilló el deporte dominicano a todos los niveles
Jugadores de las Águilas Cibaeñas se entrenan con mascarillas durante el torneo que eventualmente ganaron. (ANEURY TAVÁREZ)

Esta historia es parte del especial “Un año en pandemia” de Diario Libre, realizado por Mariela Mejía, Yulissa Álvarez, Karen Veras, Suhelis Tejero, Wander Santana, Nathanael Pérez, Severo Rivera, Cristian Cabrera y Yamalie Rosario.

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Hace un año la agenda deportiva local la marcaba la vuelta de un partido de las Grandes Ligas al país tras 20 años, estaba acordada la ampliación del estadio Quisqueya, el optimismo de llevar una delegación récord a los Juegos Olímpicos llegaba a niveles de prometer más de un podio, el Distrito Nacional y Santiago disputaban sus torneos de baloncesto superior, y se lloraba a Kobe Bryant.

Tan exitoso fue el choque Tigres y Mellizos que Vitelio Mejía dejaba las puertas abiertas para pedir partidos de la serie regular para este 2021, al mismo tiempo que el fútbol masculino dominicano se desplazaba a México para desafiar al anfitrión, Costa Rica y Estados Unidos por una plaza a Tokio.

Entonces llegó en marzo ese monstruo invisible que ha puesto el planeta de rodillas y el deporte dominicano ha salido muy tocado.

Un equipo nacional de béisbol, con el grueso de los Toros del Este, que habían ganado el torneo local y la Serie del Caribe, iba rumbo a Arizona a buscar el boleto olímpico con serias opciones. Más de 30 atletas aficionados se encontraban fuera del país, ya sea en calidad de refuerzo, compitiendo por plazas para Tokio o con base en entrenamientos.

El cierre ordenado por los gobiernos de todo el mundo desbarató esos planes, tiró por el suelo la inversión y hubo que encerrarse. En plena campaña electoral, atletas varados por diferentes rincones tuvieron que rogar en las redes sociales para clamar para su retorno.

El torneo otoño-invernal, que alardea de llevar cientos de miles de fanáticos, de facturar millones y no dejar ajeno a nadie en la media isla, tuvo que apelar a un crédito gigantesco, a pedir ayuda al Gobierno para montar un torneo recortado, sin público en las gradas, y realizar alrededor de 15,000 pruebas PCR entre jugadores, técnicos y el resto de personal de la parte logística.

A Águilas, Escogido, Estrellas, Gigantes, Licey y Toros les puede tomar hasta ocho años pagar los compromisos que asumieron para disputar la campaña 2020-2021.

“Sin lugar a dudas la situación creada como consecuencia de la pandemia fue de alto impacto para el torneo. En primer lugar, redujo en niveles importantes los ingresos de los equipos, tanto por la reducción de patrocinio, en razón de ajustes de presupuestos de los patrocinadores por el mismo problema del COVID-19, como por la ausencia total de ingresos por concepto de venta de boletas y consumo de alimentos y bebidas en los estadios”, dijo Vitelio Mejía a Diario Libre.


Las secuelas fueron más lejos. La suspensión de las ligas menores ocasionó una cadena de despidos sin precedentes y la República Dominicana, como principal suministrador de talento internacional, lo sufrió.

Los torneos de básquet, incluyendo la LNB, fueron cancelados. Con ello quedó una amplia cantidad de jugadores, árbitros, anotadores y entrenadores sin empleo. La LDF pudo hacer un torneo a dieta con un estricto programa de pruebas y restricciones, pero la mayoría de competencias fueron suspendidas. Y apelando al fondo de ayuda que habilitó la FIFA.

“La única diferencia es que fue para todos, grandes países y pequeños. Además, fue inesperado e implicó tema presupuestario muy alto, pero sobre todo el ciclo. A los pies de concluir el ciclo de Tokio hubo ese detenimiento, ese congelamiento que implica que duremos un año más”, dijo Luisín Mejía, quien fuera presidente del COD hasta el mes pasado.

La ventana de septiembre para el clasificatorio al AmeriCup tuvo que disputarse en diciembre en una “burbuja” en un hotel de Punta Cana, un torneo cerrado que tuvo un costo de unos US$300 mil.

“En ese periodo, todo se programa por ciclo, este era el cierre. Te encontrarás con algunos deportes; técnicamente es volver a comenzar. Se daba el caso de algunos atletas que iban a cerrar su ciclo; ahora tienes que esperar. Se afecta técnica y económicamente”, dijo Mejía.

Al momento de la posposición de Tokio 2020, la República Dominicana contaba con dos atletas en el deporte ecuestre clasificados (Héctor Florentino e Ivonne Losos de Muñiz), tres en taekwondo (Bernardo Pié, Moisés Hernández y Katherine Rodríguez) y el equipo de voleibol femenino o “Reinas del Caribe”. Los nadadores Josué Hernández y Cristal Lara tienen marcas B, en su afán por alcanzar un cupo A.

Pendientes de clasificación están atletas de los deportes de levantamiento de pesas, boxeo, karate, judo, atletismo, béisbol, baloncesto, tenis de mesa y clavados.

“El COVID tuvo un impacto muy importante en toda la preparación de los atletas de RD. Tuvo una implicación económica porque ya habíamos invertido mucho dinero en su preparación y base de entrenamientos de cara a los clasificatorios, y hubo que cancelarlos, y ahora hay que volver a invertir ese dinero”, dijo Manuel Luna, director ejecutivo del programa Creando Sueños Olímpicos (CRESO), una iniciativa privada que aporta recursos para la preparación y educación de los atletas de alto rendimiento.

“Tuvo una implicación logística porque ya muchos de ellos estaban ya en desplazamientos, hubo que hacer muchos cambios. Tuvo una implicación psicológica muy fuerte: el encierro, no poder competir, la falta de fogueo, la incertidumbre si los juegos iban o no, si los clasificatorios van o no van, eso impacta fuertemente nuestros atletas, y hemos tenido que hacer un trabajo titánico de la mano del Ministerio de Deportes y del Comité Olímpico Dominicano”, resaltó Luna.

Sin embargo, aclaró que la matrícula de patrocinadores de CRESO ha mantenido el respaldo y ha garantizado realizar los desembolsos para 2021.

Tocado de cerca

Karl-Anthony Towns ha sentido de primera mano los efectos del virus, y no porque se le haya aplicado un tijerazo a su salario.

El gigante de los Timberwolves perdió a su madre, Jacqueline Cruz, afectada por el coronavirus, y otros seis familiares. Él también fue infectado, pero lo ha superado, y hasta donó US$100 mil a la Clínica Mayo para la investigación del virus.

La lista de atletas dominicanos infectados es larga. Va desde el campo olímpico, donde se han reportado cientos de casos, hasta peloteros profesionales como Robinson Canó, Juan Soto, Marcell Ozuna, Sócrates Brito y Sandy Alcántara. En el caso de Brito, este perdió a un hermano afectado por la enfermedad.

En lo económico, los peloteros dejaron de ganarse US$240 millones como consecuencias de la reducción de la campaña a 60 partidos.


Cancelaciones

Al deporte en las categorías menores fue como pasarle un rodillo. Dependiente en gran parte de las cuotas que pagan los padres, con las instalaciones cerradas y miles de empleos perdidos, de inmediato se sintió el impacto. Peor fue por el hecho de que ligas y clubes se vieron obligadas a cesar a parte de su personal.

Fue a mediados de agosto cuando las instalaciones volvieron a abrir sus puertas.

La fecha de firmas de Julio 2 fue movida para el 15 de enero y la Dominican Summer League fue cancelada por primera vez desde su nacimiento en 1985.

Entre las firmas, operaciones de las academias y la Liga de Verano, que reúne a 42 equipos, se produce la mayor inversión de dinero en todo el deporte local, una cifra que ya en 2019 superó los US$150 millones, de acuerdo a datos suministrados por la MLB a Diario Libre.

Es un tejido industrial que genera miles de empleos directos e indirectos, que demanda una gran cantidad de bienes y servicios y que fueron impactados por el COVID-19.

John Carmona, presidente de la liga La Javilla y del programa JC Academy, entre los más grandes y sólidos en ambos rubros, lanzó la voz de alerta en mayo de 2020 ante el desangre que sufrían las ligas, y ahora, cuando ya ha salido del túnel, pasa un balance que obliga al optimismo.

“El COVID ha hecho que entrenadores que iban subiendo tengan retroceso, que muchas ligas estén cerca de la quiebra, que prospectos tengan que enterrar sus sueños. No sabemos qué va a terminar de pasar con nuestra situación”, lamentó Carmona.

Ligas como la suya, para operar con limitaciones han visto incrementar sus gastos con la compra de materiales higienizantes. Han apelado a plataformas como Zoom para mantenerse en contacto con los jugadores y por esa vía enviarles las informaciones de los entrenamientos, pero otras más pequeñas se han visto en la necesidad de cerrar y hasta vender o empeñar la utilería.

“Sin competencias, con muchos padres que tuvieron que retirar los niños de las ligas, esa pérdida de ingresos nos ha afectado, pero peor aún, niños que estaban soñando con firmar este año, su rendimiento bajó y sus opciones también”, dijo Carmona.

De momento, ligas como La Javilla no han reabierto sus puertas y esperan por el “ok” de los ministerio de Salud Pública y de Deportes.

TEMAS -

Licenciado en Comunicación Social egresado de la universidad O&M. Ejerce como periodista especializado en deportes desde 2001.