Un cuerito de un asado en puya

Si de algo debiera saberse aquí es enfrentar la fiebre porcina, pues hace más de 40 años dicho mal afectó y se salió airoso.

Simplemente era proceder y hacerlo de manera eficiente, pues la experiencia fue aleccionadora. Aunque en ese entonces el remedio fue drástico.

Eliminar la existencia y repoblar las granjas y reponer lo que en ese tiempo todavía era la alcancía del pobre: el puerquito que se criaba en la parte trasera de la casa.

Ahora se quiso decir que no o reducir su efecto a la frontera o evitar alarma consumiendo cerdo delante de las cámaras.

Después se reconoce la incidencia y se decide socorro oportuno, como se acostumbra cuando un sector de producción entra en crisis.

No es que se haya hecho nada malo o se dejaran tareas por realizar. Simplemente que la primera impresión no fue la mejor.

Se dio a entender poco dominio de los protocolos, como si el malestar fuera sorpresivo y hubiera que inventar como con la pandemia.

El mismo Hipólito que ahora come cuerito de un asado en puya, era secretario de Agricultura y el actual ministro no podría tener mejor asesor. Si el día es bueno, la Nochebuena también.

Diario Libre

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